Por Diego Gómez
Sabemos que la diversidad y la inclusión son políticas de negocio que importan y benefician a la sociedad en su conjunto. Sin embargo, es cada vez más claro que su impacto no se limita únicamente al ámbito social, sino que proveen una serie de beneficios comerciales a las empresas que las apliquen, tanto a nivel interno como externo.
McKinsey & Company, la renombrada consultora estratégica global, lleva años investigando el impacto de las políticas inclusivas en empresas de todo el mundo. Su último informe, Diversity Wins (2020), confirma una tendencia clara: las empresas que se encuentran en el cuartil superior en cuanto a diversidad de género, racial y étnica, tienen más probabilidades de obtener réditos financieros por encima de la media de la industria en la que se encuentran. Lejos de (*deteriorarse*), esta es una tendencia que ha venido consolidándose a través de los años, tal como señalan los informes previos de McKinsey, Why Diversity Matters (2015), y Delivering through diversity (2018).
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Si bien en términos estrictos, correlación no equivale a causalidad —una mayor diversidad e inclusión étnica y de género en las empresas no equivale per se en más ganancias—, la correlación indica que cuando las empresas se comprometen con acciones a favor de la inclusión y diversidad, tienen más éxito a nivel global. Las empresas más diversas están en mejores condiciones para atraer a los mejores talentos, potenciar su orientación al cliente, la satisfacción de sus empleados y la toma de decisiones, dando pie a un virtuoso círculo de beneficios. A su vez, esto sugiere que otros tipos de diversidad, por ejemplo, etaria, cultural o de orientación sexual, también brinden cierto nivel de ventaja competitiva, en la medida que permiten a las empresas atraer y retener a los mejores talentos.
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Sin embargo, si aterrizamos estos hallazgos al escenario peruano, nos encontramos con un panorama desolador. Un estudio realizado por la Asociación Más Igualdad y el despacho del congresista Alberto de Belaunde, con apoyo de la Embajada de Canadá, concluye que nuestro país se encuentra frente a lo que sería una fuga masiva de talentos, en la que la decisión de emigrar suele estar motivada por la falta de políticas laborales inclusivas y la falta de reconocimiento pleno de derechos en el Perú.
Esta investigación también muestra el nivel de estudios y especialización de quienes optan por continuar sus proyectos de vida fuera del Perú: el 70% cuenta con estudios superiores completos y el 40% cuenta incluso con estudios de posgrado. Esta información no es menor, pues evidencia la fuga de talentos de la que nuestro país es víctima, materializada en la emigración de personas sumamente calificadas, que en un contexto inclusivo y de igualdad plena podrían estar desarrollando sus capacidades en el Perú.
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Tal como sostuvo el congresista Alberto de Belaunde en la presentación de resultados, la inclusión y diversidad ya no es solo un tema ético o social, sino también económico. Corresponde entonces a las empresas orientar sus políticas internas y modelos de negocio hacia un horizonte más inclusivo, diverso y comprometido a salvaguardar la integridad y los derechos de sus colaboradores.
Puede que con la pandemia de la COVID-19, algunas empresas consideren que invertir recursos en políticas de diversidad e inclusión es un lujo que la coyuntura no permite tomar. Pero la posición de McKinsey es clara al respecto: aquellas empresas que retrocedan en sus esfuerzos inclusivos, arriesgan su credibilidad en el mediano plazo y perderán oportunidades para innovar en sus modelos de negocio que podrían asegurar una pronta recuperación. Las organizaciones deben aprovechar este momento, tanto para proteger los logros que ya han obtenido en materia de inclusión y diversidad, pero también para asegurar su posicionamiento y preparar el camino para el futuro.
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Finalmente, existe amplia evidencia de que las organizaciones diversas e inclusivas tienden a tomar mejores decisiones. Los equipos diversos son más capaces de innovar y anticipar cambios en el comportamiento de los consumidores. No menos importante, es probable que un compromiso visible con la inclusión y diversidad, en una crisis mundial como esta, fortalezca la imagen global de las organizaciones que las implementen. Quienes quieran asumir el reto, tienen una oportunidad clara para impactar de manera positiva en la sociedad y acercarnos a un mercado verdaderamente competitivo.