Por Diego Gomez & Micaela Bazalar
Fotografías Manuel Burgos
Han pasado casi setenta y dos horas desde que Manuel Merino juramentó como presidente del Perú. Mientras las calles del centro de Lima se llenaban de ciudadanos que rechazaban su ascenso al poder, el expresidente del congreso y sus aliados —a tan solo unas cuadras de distancia— empujaban al país a un abismo de incertidumbre, en lo que probablemente sea uno de las escenarios políticos más vergonzosos que nuestra generación haya tenido el penoso honor de ver.
Porque brindar estabilidad al país (si es que esa era la supuesta intención de los congresistas) es ahora un ideal muchísimo más lejano que cuando Vizcarra era presidente. Y no porque el ex mandatario sea una persona proba o inocente de los delitos que se le imputan, sino por el irresponsable accionar de 105 congresistas que, deliberadamente, decidieron añadir una crisis política y social a la larga lista de problemas que ya enfrenta el país. No estuvo presente la intención de velar por la estabilidad política, económica o social, ni proteger la continuidad del sistema democrático —garantías que son necesarias para afrontar una coyuntura tan adversa como la pandemia— sino que primaron los intereses personales de los que hoy, impunemente, están en el poder.

Ya de por sí, la figura del Congreso genera muchas dudas sobre la solidez del eventual gobierno. Es muy difícil creer en la legalidad de la destitución y en la lucha anticorrupción si son vociferadas por un grupo de parlamentarios investigados o procesados por el Poder Judicial, cuyos partidos tienen como líderes a personas condenadas en prisión, dueños de universidades de cartón o representantes de la vieja —y nefasta— clase política. Es muy difícil creerle a un parlamento que vaca presidentes en nombre del pueblo, pero se rehúsa a escuchar las múltiples manifestaciones que se llevan desde hace tres días en las calles de todo el Perú.
Ante tanta incertidumbre, nos queda afrontar el mañana con compromiso y acción. Como ciudadanos en un país democrático, es nuestro deber no solo mantenernos informados de lo que está pasando (acciones del nuevo gobierno, represión policial a los manifestantes, reformas arbitrarias, etc.), sino que debemos adoptar una actitud crítica y vigilante, algo que —probablemente— nunca antes hayamos tenido la obligación de hacer.

¿A QUÉ DEBEMOS ESTAR ATENTOS?
- Indulto a Antauro Humala →condenado a 25 años de prisión por homicidio, secuestro agravado y sustracción de armas. El vocero de la bancada de Unión por el Perú, José Vega, ya salió a declarar que su indulto está en proceso. No pudieron esperar ni dos días para revelar sus verdaderas intenciones.
- Desmantelar la SUNEDU → la SUNEDU ha sido la principal enemiga de las universidades de calidad paupérrima, clausurando en el camino a Telesup, cuyo dueño (Jose Luna Galvéz) es también fundador de Podemos Perú, uno de los partidarios propulsores de la vacancia. Ahora que las leyes propuestas por el Congreso no tienen la oposición del Poder Ejecutivo, la SUNEDU corre el riesgo de perder todas las herramientas que le permitan fiscalizar aquellas instituciones que lucran con los sueños y aspiraciones de miles de peruanos.
- Aplazar o suspender las elecciones → Debemos asegurarnos de que tanto Merino como el Congreso, no obstruyan ni perturben la realización de las elecciones presidenciales el domingo 11 de abril del 2021 (recuerda esta fecha).
- Nuestra democracia → El equilibrio de poderes es esencial para el funcionamiento de cualquier democracia. Pero ahora que las barreras entre el poder legislativo (Congreso) y el poder ejecutivo (Presidencia) son tan difusas, nuestra precaria democracia enfrenta uno de sus momentos más turbios.

Dicen que durante nuestros momentos oscuros es necesario enfocarnos más para ver la luz. Tal como sucede hoy, el complejo escenario político, social y económico que atraviesa nuestro país nos obliga a reflexionar sobre nuestro propio accionar como ciudadanos. Pero también es una invitación urgente para comprender el profundo impacto que tienen las decisiones políticas en nuestra vida, y cambiar la manera en que ejercemos nuestra ciudadanía.
¿QUÉ PODEMOS HACER DESDE NUESTRA POSICIÓN?
- Ayudar a que los demás también estén informados → verifiquemos y difundamos información de manera responsable, con el fin de ser agente de cambio en tu entorno más cercano y —si es posible— acercarla a aquellos que no puedan acceder a ella tan fácilmente.
- Debatir sanamente →Tratemos de comprender la posición del otro, por más descabellada que nos pueda parecer. Porque la democracia consiste en eso, en intentar encontrar puntos en común para llegar a un consenso. Este no es el momento de ponernos uno en contra de otros, sino de buscar soluciones juntos.
- Hacer oír nuestra voz → Si es necesario, sal a protestar, pero con las medidas sanitarias pertinentes: mascarilla, protector facial y distanciamiento social. El art. 12 Inc. 2 de nuestra constitución ampara el derecho a la protesta, antes de ir a marchar, busca información respecto a tus derechos como manifestante. Si no podemos ir a marchar en esta ocasión, apoyemos con formas de manifestación alternativas.

Hoy, que la población hace sentir su voz, y cuando las cosas parecieran no poder estar peor, la inconformidad que sentimos debe ser el motor que nos impulse a actuar: a informarnos, a dialogar, a usar nuestro privilegio —si lo tenemos— para mejorar el país, a cuestionar, a marchar, a debatir sanamente y a invitar a otros a formar parte del cambio que el Perú necesita. El tiempo para hacerlo, es ahora.